Autor/es: María Gainza
Editorial: Anagrama
Edición: 2018
Encuadernación: rústica con solapas
Páginas: 144
Idioma: castellano
Tamaño: 14 x 22 cm
ISBN: 9788433998637

Esta es una novela sobre falsificadores y falsarios, con personajes reales que parecen de ficción. La narradora, una crítica de arte que trabajó para una tasadora por cuyas manos pasaban obras falsificadas, relata una historia singular, aunque advierte: «No esperen nombres, estadísticas, fechas. Lo sólido se me escapa, solo queda entre mis dedos una atmósfera imprecisa, técnicamente soy una impresionista de la vieja escuela. Además, todos estos años en el mundo del arte me han vuelto un ser desconfiado. Sospecho en especial de los historiadores que con sus datos precisos y notas heladas a pie de página ejercen sobre el lector una coerción siniestra. Le dicen: “Esto fue así.” A esta altura de mi vida yo aprecio las gentilezas, prefiero que me digan: “Supongamos que así sucedió.”»

En el centro de la trama hay un personaje llamado la Negra, que falsifica lienzos de la pintora Mariette Lydis, retratista de la alta sociedad bonaerense. Aparecen también un lugar llamado Hotel Melancólico en el que viven varios artistas, y una película de culto sobre beatniks bonaerenses en la que asoma la Negra, figura escurridiza donde las haya...

Esta es una novela sobre el arte y la vida, sobre el engaño y la manipulación, sobre la realidad y la ficción, sobre lo vivido y lo contado; una narración sinuosa, enigmática y envolvente que seduce y atrapa.

María Gainza nació en Buenos Aires. Trabajó en la corresponsalía de The New York Times en Buenos Aires y fue corresponsal de ArtNews. Durante más de diez años fue colaboradora regular de la revista Artforum y del suplemento Radar del diario Pági­na/12. Ha dictado cursos para artistas y talleres de crítica de arte, y fue coeditora de la colección sobre arte argentino «Los Sentidos», de Adriana Hidalgo Editora. En 2011 publicó Textos elegidos, una selec­ción de sus notas y ensayos sobre arte argentino. El nervio óptico, su primera incursión en la narrativa, ha sido traducida a diez idiomas y fue recibida con entusiasmo por la crítica: «Flamante primera no­vela» (Ana Wajszczuk, Página/12); «Se cuenta entre lo más trascendental (amén de íntimo y delicado) que he leído en el género en los últimos tiempos» (Christopher Domínguez, El Universal); «Una lectura tan inteligente como inaudita. Una inusitada joya» (Care Santos, El Mundo); «Emocionante» (Aloma Ro­dríguez, Letras Libres); «Sentida, vivaz, llena de hu­mor. Y justo por eso, seria, pertinente, refrescante» (Javier Montes, ABC); «Un libro insólito, hermoso, en ocasiones delicado y a veces brutal» (Mariana Enriquez); «No hay nada frívolo ni banal en el libro de Gainza, posiblemente uno de los mejores de este año» (Patricio Pron); «Excepcional» (Enrique Vila-Matas); «María Gainza ilustra de forma sumamente lúcida la relación de la fascinante protagonista con el arte y describe imágenes con palabras tan certe­ras que el lector tiene la impresión de estar junto a ella delante de un cuadro» (Cees Nooteboom).

La luz negra - María Gainza - Libro

$17.200
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Autor/es: María Gainza
Editorial: Anagrama
Edición: 2018
Encuadernación: rústica con solapas
Páginas: 144
Idioma: castellano
Tamaño: 14 x 22 cm
ISBN: 9788433998637

Esta es una novela sobre falsificadores y falsarios, con personajes reales que parecen de ficción. La narradora, una crítica de arte que trabajó para una tasadora por cuyas manos pasaban obras falsificadas, relata una historia singular, aunque advierte: «No esperen nombres, estadísticas, fechas. Lo sólido se me escapa, solo queda entre mis dedos una atmósfera imprecisa, técnicamente soy una impresionista de la vieja escuela. Además, todos estos años en el mundo del arte me han vuelto un ser desconfiado. Sospecho en especial de los historiadores que con sus datos precisos y notas heladas a pie de página ejercen sobre el lector una coerción siniestra. Le dicen: “Esto fue así.” A esta altura de mi vida yo aprecio las gentilezas, prefiero que me digan: “Supongamos que así sucedió.”»

En el centro de la trama hay un personaje llamado la Negra, que falsifica lienzos de la pintora Mariette Lydis, retratista de la alta sociedad bonaerense. Aparecen también un lugar llamado Hotel Melancólico en el que viven varios artistas, y una película de culto sobre beatniks bonaerenses en la que asoma la Negra, figura escurridiza donde las haya...

Esta es una novela sobre el arte y la vida, sobre el engaño y la manipulación, sobre la realidad y la ficción, sobre lo vivido y lo contado; una narración sinuosa, enigmática y envolvente que seduce y atrapa.

María Gainza nació en Buenos Aires. Trabajó en la corresponsalía de The New York Times en Buenos Aires y fue corresponsal de ArtNews. Durante más de diez años fue colaboradora regular de la revista Artforum y del suplemento Radar del diario Pági­na/12. Ha dictado cursos para artistas y talleres de crítica de arte, y fue coeditora de la colección sobre arte argentino «Los Sentidos», de Adriana Hidalgo Editora. En 2011 publicó Textos elegidos, una selec­ción de sus notas y ensayos sobre arte argentino. El nervio óptico, su primera incursión en la narrativa, ha sido traducida a diez idiomas y fue recibida con entusiasmo por la crítica: «Flamante primera no­vela» (Ana Wajszczuk, Página/12); «Se cuenta entre lo más trascendental (amén de íntimo y delicado) que he leído en el género en los últimos tiempos» (Christopher Domínguez, El Universal); «Una lectura tan inteligente como inaudita. Una inusitada joya» (Care Santos, El Mundo); «Emocionante» (Aloma Ro­dríguez, Letras Libres); «Sentida, vivaz, llena de hu­mor. Y justo por eso, seria, pertinente, refrescante» (Javier Montes, ABC); «Un libro insólito, hermoso, en ocasiones delicado y a veces brutal» (Mariana Enriquez); «No hay nada frívolo ni banal en el libro de Gainza, posiblemente uno de los mejores de este año» (Patricio Pron); «Excepcional» (Enrique Vila-Matas); «María Gainza ilustra de forma sumamente lúcida la relación de la fascinante protagonista con el arte y describe imágenes con palabras tan certe­ras que el lector tiene la impresión de estar junto a ella delante de un cuadro» (Cees Nooteboom).