Autor/es: Dante Augusto Palma
Editorial: Ciccus
Edición: 2016
Encuadernación: Rústica con solapas
Páginas: 192
Idioma: español
ISBN: 9789876937078

En la antigüedad, se llamaba “cínico” a quien, desde su insolencia plebeya, desafiaba al poderoso y, con esa actitud, ponía en riesgo la vida. Con los siglos el término se reservó a aquellos que mienten aviesamente sin pudor o que, con distintos recursos, defienden lo que es difícil de defender. Pero el cambio más relevante fue que la insolencia del que nada tiene devino prepotencia del que lo tiene todo y el cinismo se transformó en el rasgo distintivo de una cultura atravesada por un capitalismo que exalta el tiempo presente u ofrece antidepresivos a quien no pueda sobrellevar la obligación de ser feliz. Asimismo, nos horroriza el Estado “Gran Hermano” que todo lo vigila pero nos entregamos a una sociedad de la iluminación en la que voluntariamente exponemos la intimidad y donde ser reconocido es acumular seguidores en las redes sociales. Este marco es el ideal para las “democracias idiotas” en las que se celebra que los administradores de la cosa pública sean aquellos que desprecian lo público, a pesar de que en la Atenas de Pericles, estos sujetos eran considerados peligrosos por renegar de su ciudadanía. Así, aquel cartel que, en una protesta en Madrid, rezaba “Nunca subestimes a un idiota, un día puede ser tu presidente”, parece hoy una advertencia con destino universal.

El gobierno de los cínicos - Dante Augusto Palma - Libro

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Autor/es: Dante Augusto Palma
Editorial: Ciccus
Edición: 2016
Encuadernación: Rústica con solapas
Páginas: 192
Idioma: español
ISBN: 9789876937078

En la antigüedad, se llamaba “cínico” a quien, desde su insolencia plebeya, desafiaba al poderoso y, con esa actitud, ponía en riesgo la vida. Con los siglos el término se reservó a aquellos que mienten aviesamente sin pudor o que, con distintos recursos, defienden lo que es difícil de defender. Pero el cambio más relevante fue que la insolencia del que nada tiene devino prepotencia del que lo tiene todo y el cinismo se transformó en el rasgo distintivo de una cultura atravesada por un capitalismo que exalta el tiempo presente u ofrece antidepresivos a quien no pueda sobrellevar la obligación de ser feliz. Asimismo, nos horroriza el Estado “Gran Hermano” que todo lo vigila pero nos entregamos a una sociedad de la iluminación en la que voluntariamente exponemos la intimidad y donde ser reconocido es acumular seguidores en las redes sociales. Este marco es el ideal para las “democracias idiotas” en las que se celebra que los administradores de la cosa pública sean aquellos que desprecian lo público, a pesar de que en la Atenas de Pericles, estos sujetos eran considerados peligrosos por renegar de su ciudadanía. Así, aquel cartel que, en una protesta en Madrid, rezaba “Nunca subestimes a un idiota, un día puede ser tu presidente”, parece hoy una advertencia con destino universal.